Ambroise Paré, de aprendiz de cirujano a médico de cámara de cuatro reyes

2022-11-07 15:36:45 By : Mr. Phil Li

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Pintura del siglo XIX de Jean-Baptiste Bertrand que muestra a Ambroise Paré atendiendo a un enfermo. 

Actualizado a 13 de octubre de 2022 · 12:04 · Lectura:

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Nacido en el año 1510 (no se conoce la fecha exacta), Ambroise Paré fue un verdadero hombre del Renacimiento. Quien pasaría a la historia por ser uno de los mejores cirujanos de su tiempo sirvió largos años en el ejército francés en tiempos de guerra, así como prestando sus cuidados a los enfermos más desfavorecidos de París. La experiencia que Paré adquirió en el campo de batalla y en las calles de la capital y su constante sed de conocimientos resultaron determinantes para el desarrollo de los avances médicos que se le atribuyen.

El cirujano y profesor de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, Sherwin B. Nuland, escribió en su obra Doctors: The Biography of Medicine (Médicos: la biografía de la medicina) que Paré se distinguió por "su humanidad en una era de crueldad". De hecho, el cirujano sentó las bases de lo que debería ser la práctica de la medicina con estas palabras: "La cirugía tiene cinco cometidos: eliminar lo superfluo, restaurar lo que ha sido dislocado, separar lo unido, unir lo separado y modificar lo que la naturaleza ha deformado".

Los humildes orígenes de Ambroise Paré no le permitieron adquirir una formación académica al uso. Un sacerdote le enseñó a leer, pero nunca aprendió ni griego ni latín. El destino más habitual de los más pobres era ingresar en el ejército o en el clero, pero Ambroise empezó su carrera profesional como aprendiz de cirujano-barbero. Estos profesionales también eran conocidos como "cirujanos de bata corta" para distinguirlos de los llamados "médicos de bata larga", cuyo titulo les permita ejercer la medicina. El de cirujano-barbero era un oficio de muy poco prestigio y a él se dedicaban individuos que tanto afeitaban barbas y cortaban cabellos como hacían sangrías, frenaban hemorragias, curaban las heridas e incluso arrancaban muelas.

Ambroise Paré empezó su carrera profesional como aprendiz de cirujano-barbero. Estos profesionales también eran conocidos como cirujanos de bata corta.

Litografia de Ambroise Paré realizada en el siglo XIX.

A los 17 años, Ambroise fue admitido como cirujano-barbero en el Hôtel Dieu de París, un importante hospital fundado en el siglo VII donde trabajó entre los años 1533 y 1536. Las condiciones higiénicas de la institución dejaban (por otra parte, como todas en la época) mucho que desear: los enfermos hacinaban sin discriminación de sexo y las operaciones se llegaban a realizar en los pasillos, sin las más elementales medidas de higiene. Los recursos disponibles para los médicos eran muy escasos y la gravedad de las heridas causadas por las armas de guerra era tanta que los cirujanos se veían en la necesidad de operar sin anestesia y, como era de esperar, no podían prevenir las infecciones derivadas de las mismas.

Paré aprendió cirugía por su cuenta y riesgo, atendiendo a los heridos que llegaban del frente. Finalmente, durante su estancia en el Hôtel Dieu, los barberos-cirujanos por fin fueron incorporados al sistema educativo de la Universidad de París, lo que les permitió poder asistir a las conferencias sobre anatomía y cirugía que se impartían en la Facultad de Medicina. Gracias a ello, Paré pudo optar a examinarse para ejercer como cirujano-barbero y recibir, de esta manera, el reconocimiento por parte de la universidad. Tras su titulación, Paré fue contratado para servir como cirujano militar de las tropas francesas durante la campaña de Italia. Durante sus años de servicio en el ejército, el flamante médico nunca se negó a atender a ningún herido fuera del bando que fuera.

Paré fue contratado para servir como cirujano militar de las tropas francesas durante la campaña de Italia.

Cuadro pintado por el artista Teobaldo Chartran en el que puede verse a Ambroise Paré practicando una ligadura de las arterias a un herido.

La vida en el ejército proporcionó a Paré una enorme experiencia en el tratamiento de heridas por arma de fuego. En aquella época, y debido a su corto alcance, las armas de fuego se disparaban a muy poca distancia del objetivo. Por eso existía la creencia de que las heridas, al estar impregnadas de pólvora, envenenaban la sangre. Para tratarlas, normalmente se utilizaba aceite de saúco para calmar el dolor, pero durante la batalla de Vilaine el aceite se terminó y Paré tuvo que improvisar un remedio: preparó un ungüento elaborado con yema de huevo, aceite de rosas y trementina que actuó como sustituto con gran éxito. Aunque Paré también ideó tratamientos mucho más revolucionarios. En la batalla de Dauvilliers, el médico realizó por primera vez una complicada ligadura de arterias en los muñones de los miembros amputados mediante unos fórceps y puntos de sutura. A pesar de que esta técnica era conocida (pero poco aplicada debido a la dificultad que entrañaba) normalmente las amputaciones se cauterizaban con un hierro al rojo vivo, algo que era muy traumático para el herido, además de ser poco efectivo.

En 1545, Paré publicó un tratado sobre el modo de tratar las heridas causadas por arma de fuego, Méthode de traiter les plaies faites par les arquebuts et autres bastons à feu, et celles qui sont faites par la poudre à canon (Método de tratar las heridas causadas por arcabuces y otros bastones de fuego y aquellas que son hechas por pólvora de cañón), considerado uno de los hitos de la cirugía. En 1553, publicó la segunda edición de esa misma obra y en 1561, Anatomie universelle du corps humain, además de otros ensayos acerca del tratamiento de las heridas y de otras enfermedades. Un ejemplo de su habilidad médica tuvo lugar durante la toma de Calais en 1559. Paré asistió al duque de Guisa que había recibido una herida mortal. Desahuciado por sus propios médicos, aun así estos no querían que Paré le tratase, puesto que no aceptaban que un cirujano no académico pudiera hacer algo que ellos no podían. Finalmente, Paré consiguió salvarle la vida.

Paré jugó también un papel muy destacado en el campo de la obstetricia, afirmando que era posible dar la vuelta al niño antes del parto cuando el feto venia del revés. También mejoró la técnica para extraer proyectiles, utilizó tubos para drenar abscesos, creó bragueros adecuados para las hernias, e incluso desarrolló prótesis para pacientes con algún miembro amputado.

Paré mejoró la técnica para extraer proyectiles, utilizó tubos para drenar abscesos, creó bragueros adecuados para las hernias, e incluso desarrolló prótesis para pacientes con algún miembro amputado.

Grabado del siglo XVI que muestra a Ambroise Paré asistiendo al rey Francisco II de Francia.

Finalmente Paré alcanzaría el éxito social convirtiéndose en médico de cámara y consejero real en Francia. El médico sirvió a cuatro monarcas: Enrique II, Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Se dice que estuvo con el médico y anatomista Andrés Vesalio cuando se produjo la muerte del rey Enrique II, al que no pudo salvar la vida después de que una lanza le atravesase un ojo durante un torneo (tampoco podría salvar posteriormente la de su hijo y sucesor, Francisco II, que murió a los 16 años).

Pero Paré también estuvo interesado en disciplinas muy distintas a la medicina. Una de sus pasiones posiblemente menos conocida es su fascinación por los fenómenos de la naturaleza. Uno de sus estudios más peculiares fue la obra Des Monstres et Prodiges (Los monstruos y Prodigios), publicada en 1575, en la que describe con todo lujo de detalles diversas criaturas extrañas, horripilantes y contra natura de las que tenía conocimiento y oía hablar (esto suscitó la ira de la Facultad de Medicina ya que consideraban que atentaba contra las buenas costumbres). Ambroise Paré tuvo una vida larga y fructífera, ya que murió por causas naturales en 1590, a los 80 años, en París, tal vez sabiendo que había revolucionado la cirugía para siempre.

Un invento que cambió el mundo

El italiano Guillermo Marconi realizó la primera transmisión por radio el 14 de mayo de 1879. En ese momento no podía imaginar que su invento sería esencial para salvar vidas, resultando fundamental en el caso del rescate de los náufragos del Titanic.

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