Raúl Limón - twitter

2022-11-07 16:14:05 By : Mr. Ocean Hong

“El mundo no es binario. Se puede ser generalista o especialista, pero se necesitan las dos formas para responder a la complejidad actual”. De esta forma, Kenneth Mikkelsen, fundador de la consultora Future Shifts y miembro del Instituto para Estudios Futuros de Dinamarca resume el espíritu de la décima Maker Faire, la mayor feria tecnológica de Europa. Durante una semana, Roma ha acogido a 480 entidades, creadores, inventores, compañías (grandes y pequeñas), empresas emergentes, inversores y 45.000 visitantes para mostrar el futuro de la innovación europea. Al margen de la fusión nuclear, la inminente revolución energética, según el grupo italiano Eni, presente en la muestra, no hay innovaciones singulares rupturistas a la vista, pero sí un mosaico de innovación cuyas teselas, en conjunto, aportan soluciones a los desafíos de los próximos años en todos los ámbitos.

Mikkelsen recurre a una fábula para explicar el futuro del desarrollo tecnológico: los seis ciegos y el elefante. Si media docena de personas cegadas tocan un elefante, cada uno creerá estar frente a una realidad distinta. Quien esté en la cola imaginará que es una soga, el que acaricie la trompa, pensará que es una serpiente… Las seis personas tendrán una percepción errónea de la realidad por parcial y limitada. Según el experto danés, es necesario eliminar las vendas para percibir la realidad y aportar cada uno soluciones que, en conjunto, pueden hacer frente a los grandes desafíos. “Hay silos en nuestra mente y eso excluye a mucha gente. Necesitamos conectarlos, trabajar en los sistemas y cambiarlos, educarnos para el futuro, entender lo que somos y lo que queremos ser. De otra forma, no habrá innovación”, afirma.

Las grandes compañías y entidades han estado presentes en la feria romana. Pero sus avances, ya conocidos, han convivido con pequeñas innovaciones, algunas de ellas sorprendentes, que buscan aportar nuevos enfoques y un hueco en el panorama tecnológico. En cualquier caso, son el reflejo de los sectores en los que caminan los creadores europeos. Estos son algunos ejemplos singulares:

Pelo de perro como aislante. Alessandra Tuseo tiene solo 24 años. Realizó su tesis sobre materiales aislantes térmicos y acústicos para edificios. Unió su pasión con un problema doméstico, los pelos que dejaba su perro, y descubrió que estos molestos restos constituyen un material con mejor comportamiento, según afirma, que la fibra de lana. “También se puede usar para confeccionar ropa”, asegura divertida al afirmar que ya suele llevar encima pelos de su mascota, y mientras muestra un sombrero confeccionado con ese material. Su trabajo, aún a la espera de una empresa interesada, es solo un ejemplo de esas teselas que conforman el mosaico de la innovación europea. Como ella, decenas de emprendedores han mostrado en la feria de Roma, a la que ha sido invitado EL PAÍS, pequeñas soluciones que, unidas, pueden dar respuesta a grandes problemas. Es el caso las empresas recicladoras de paneles fotovoltaicos, de degradadores de plástico con energía solar, de invernaderos que se configuran mecánicamente en función del tiempo o de esferas portátiles de 30 centímetros de diámetro capaces de analizar la potabilidad del agua.

El camarero robotizado que lee periódicos. No podían faltar en la mayor feria europea de innovación las diversas soluciones automatizadas para trabajos rutinarios o complejos. El robot camarero Brillo añade algunas funciones más a las ya conocidas de elaboración y servicio. Mientras prepara la demanda de un cliente, pregunta: “¿Quiere que le cuente alguna noticia de última hora?”. Brillo tiene acceso a las informaciones publicadas e interactúa, gracias a la inteligencia artificial, con el cliente. Andrea Grillo también presenta a Isaac, un robot para operaciones de salvamento y rescate. “La novedad es que es modular y puede crecer o menguar en función de las necesidades”, explica el joven emprendedor. Pero la feria romana muestra robots de todos los ámbitos, desde los más sofisticados y con forma humana, hasta los más simples, unos creados con desechos y otros pensados para freír, servir el producto sin restos de grasa y filtrar el aceite de los alimentos. Gianlucca Patrassi, ingeniero, explica cómo esta freidora automática se ha creado a partir de los programas abiertos de la compañía Arduino y con materiales de esta misma firma, accesibles y comunes en las clases de tecnología de todos los institutos de bachillerato de España.

Escritura sin teclado. Micaella Galluci es científica en Sanofi Genzyme y se fijó en cómo una actividad común para la mayoría de las personas, como escribir un mensaje, puede suponer un desafío para otras con lesiones o dolencias inhabilitantes. Con esta base ha ideado Finger Tracking, un guante diseñado para reemplazar completamente a un teclado. “Cada dedo y sus movimientos están asociados mediante Bluetooth (transmisión inalámbrica) a una letra o un carácter”, explica. De esta forma, solo con las articulaciones de las manos se puede no solo escribir, sino también diseñar, ejecutar comandos, maniobrar robots, jugar o asistir a discapacitados.

Copiadoras de cosas. Las ciencias de los materiales y las impresoras 3D son otras tecnologías muy presentes en la feria y presentan soluciones para todos los ámbitos, desde la construcción, como la impresora de cemento de la empresa Wasp, hasta la fabricación de pequeños componentes o de material quirúrgico y ortopédico a medida. “Si lo puedes imaginar, se puede crear”, afirman los representantes de 3D Italy. Algunos dispositivos de reproducción se ofertan por entre 1.500 y 2.000 euros. No están pensados para elaborar tazas en casa, sino para fabricar componentes especiales, a medida, una tecnología que es básica en la industria o la salud —para el diseño de prótesis específicas— y que será fundamental en la próxima exploración espacial, ya que no se puede volver a por un componente fallido ni esperar al relevo en una estación orbital.

Reconocimiento facial. La inteligencia artificial y sus múltiples aplicaciones están también presentes en la feria. Como muestra, los dispositivos de Digy Key que exhibe Moss Jorvon Lilroy. Sobre su hombro, el joven de Los Ángeles, exhibe en Roma un robot portátil de reconocimiento facial, lo que permite trasladar esta tecnología allí donde sea necesaria sin necesidad de contar con estaciones estáticas. “Se puede usar para vigilancia o para lo que sea”, afirma sin conocer que la regulación europea pretende, precisamente, evitar que se utilice “para lo que sea”. Sobre su cabeza lleva unas gafas que adaptan las necesidades de visión a diferentes entornos en función de las necesidades, como elementos de precisión en casos de trabajos que lo requieran o de protección para tareas que lo exijan. Pero el uso de la inteligencia artificial y la imagen es ya habitual en muchos campos, desde el diagnóstico médico hasta la identificación de casos de acoso escolar a través de cámaras de seguimiento de expresiones de los estudiantes, una de las propuestas de la feria.

Reciclaje. Es otro de los grandes campos de desarrollo de la tecnología europea. El alemán Matthias Mayer, director de Ifixit, defiende la reparación como uno de los ejes principales de la innovación tecnológica. “Tiene que ser fácil”, afirma. Su compañía comparte de forma gratuita manuales de reparación y vende herramientas y partes específicas de los dispositivos. “Así ganamos dinero”, explica. Mayer destaca que se venden 1.500 millones de móviles al año —”¡Ya hay más que personas!”, exclama—, que un estadounidense medio tiene hasta 28 dispositivos y que, de los 10 kilos anuales de basura tecnológica que desecha cada europeo, solo se recicla un 40%, a pesar de que cada aparato contiene hasta 30 metales escasos y valiosos. “Reparar es importante y divertido”, asegura. De la misma opinión es Giacomo di Muro, quien ha traído a la feria su Kinetic driver, un destornillador de precisión con un dispositivo giratorio que permite apretar o aflojar un tornillo con un solo movimiento.

Arte. “La tecnología no es solo un instrumento, es una colaboradora de la creación”, afirma el artista Quayola mientras, a pocos metros, un equipo prepara una actuación de One Love Machine Band, un grupo musical de robots que comenzó su andadura por las calles de Berlín y que se ha convertido en un elemento habitual de la feria. Quayola presenta una videoinstalación con imágenes y sonidos del mar creados a partir de la tecnología. “Cambia nuestra forma de observar el mundo. Nos permite reinterpretar la naturaleza y el patrimonio mediante la exploración”, afirma.

La bicicleta que aspira a volar. La feria de Roma es una olla donde cabe todo, desde los últimos avances de las grandes compañías al metaverso pasando por la impresión de alimentos. Y también hay espacio para soñadores. Es el caso de Paz Aeroespace, que presenta una bicicleta supuestamente capaz de volar. “Hasta siete metros”, comenta el representante de esta iniciativa, en cuya rudimentaria web ocupa el mismo espacio un banner contra la penalización de las pintadas en las paredes que las supuestas respuestas a preguntas frecuentes sobre la bicicleta.

La Maker Faire, según explica la organización, abre una convocatoria para creadores, innovadores, empresas, entidades de investigación e inventores. No cobra por el espacio de exhibición y realiza una criba para ajustar los expositores al medio millar que caben en el gigantesco recinto del Gazómetro, una antigua factoría ya en desuso a dos kilómetros del Trastévere. De esta forma, se pueden encontrar desde avances en biomedicina hasta pendientes hechos con relojes reciclados. Un mercado diverso, variopinto y único para ver hacia donde se dirige la tecnología europea, con más o menos acierto.

Para el presidente de la Cámara de Comercio de Roma, Lorenzo Tagliavanti, “alcanzar el hito de los diez años con un éxito creciente es motivo de orgullo y satisfacción. El evento es ahora un punto de referencia consolidado, a nivel europeo, para el mundo de la innovación”.

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Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.

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